Consejos para actuar cuando un familiar tiene depresion

En este segundo post más extenso vamos a tratar la depresión en familiares, os vamos a ayudar a tratar estas situaciones con una serie de consejos para ello desde nuestro punto de vista como profesionales de la psicologia forense en Granada.

Este artículo está orientado a aquellas personas que tienen algún familiar con depresión: su pareja, algún hijo, sus padres… Indicar que las formas de presentar la depresión pueden ser diversas y por razones diferentes y que cada persona reacciona de distinta forma, por lo que es difícil poder generalizar; pero aún así se darán algunas recomendaciones de como actuar.

En primer lugar, brevemente, hay que comenzar describiendo qué manifestaciones puede presentar su familiar si tiene depresión: tristeza la mayor parte del día que se refleja en su rostro serio o en que llora con frecuencia, pensamientos negativos que se observan a través de comentarios pesimistas (no sirvo, no hay solución…), se siente culpable fácilmente, irritabilidad, manifestaciones de ansiedad, está dejando de hacer cosas o hay menos motivación por hacerlas, parece no disfrutar con lo que antes lo hacía, menos interés en relacionarse, la persona pasa más tiempo sentada o tumbada, presenta dificultades con el sueño y cambios en la alimentación… Si lleva así unas semanas es probable que esté presentando un cuadro depresivo.

1. Buscar ayuda y tratamiento. Si su familiar ya lleva un tiempo manifestando síntomas como los anteriores, la primera recomendación y más importante es buscar ayuda para recibir tratamiento. Aspectos a tener en cuenta:

• La depresión no puede ser curada por los familiares. La persona que la padece necesita tratamiento.
• A veces los familiares se exigen a sí mismos el mejorar el estado de ánimo del familiar afectado. Cuando es un ligero malestar puede que le ayuden. Pero cuando se trata de una depresión, se necesita básicamente tratamiento.
• Los tratamientos suelen ser efectivos. Hay evidencias científicas contrastadas en la actualidad de que la mayoría de las depresiones se superan con un tratamiento adecuado.
• Como existen diferentes formas y tipos de depresión, existen numerosos tratamientos. Lo importante es acudir a un psicólogo, médico de atención primaria o psiquiatra. Algunas veces solo con tratamiento psicológico o farmacológico será suficiente. Otras veces, se necesitarán ambos tratamientos. Los profesionales ya le indicarán lo más adecuado.
• Puede que la persona no quiera buscar ayuda. Hay que ser comprensivo con ella. Si la persona no quiere buscar ayuda se debe a diferentes razones: piensa que no va a mejorar, que no tiene solución (esto se debe a su forma de pensar negativa), que no se pueden cambiar cosas que le hayan pasado (no se trata de cambiar todas las cosas sino de aprender a afrontarlas de otra forma), cree que lo puede solucionar ella sola (sin embargo, en montones de aspectos de la vida necesitamos alguna ayuda), mucho cansancio y miedo para tomar iniciativas, desconfianza de hablar de sus preocupaciones con un desconocido…

2. A veces el familiar es reacio y se niega a buscar soluciones. Algunos consejos:

• No repetirle constantemente que busque ayuda. Provocará el efecto opuesto, se irá cada vez molestando más por la insistencia y dejará de prestarnos atención.
• Mantener la calma, ser paciente y comprensivo con el punto de vista de la persona afectada. Pero de vez en cuando tener alguna breve charla con la persona donde le mostramos nuestro punto de vista de lo importante que sería buscar algún profesional que nos ayudara.
• Se habla del tema del profesional no como si el problema fuera exclusivamente del familiar sino como una oportunidad para todos, de la que se puede beneficiar el familiar, nosotros y la relación entre todos.
• Ofrecerse a ayudarle a buscar un profesional. Si le dejamos que lo busque puede que lo vaya postergando. Si está de acuerdo lo buscamos nosotros. Si prefiere hacerlo a su manera supervisamos cada cierto tiempo que ya ha pedido cita.
• Nos ofrecemos a acompañar a la persona a consulta si así lo desea. A veces el familiar no nos quiere molestar, no hay que esperar a que nos lo pida. Nosotros nos ofrecemos a acompañarlo.
• Durante este proceso no deben producirse reproches al familiar sobre lo difícil de su actitud, que va a salir muy caro, que solo busca complicaciones, que llevarlo a terapia es un problema… Con eso solo se conseguirá empeorar su estado de ánimo.

3. Durante todo este proceso, sería adecuado que los familiares pudieran asumir lo siguiente:

• Aceptar que no pueden curar la depresión de su ser querido. No depende de los familiares. Pueden ayudar pero no solucionar el problema. A veces, no asumirlo ocasiona malestar a sus familiares.
• La persona no es culpable de como se encuentra. Echarle la culpa o exigirle que mejore provoca más malestar que beneficio.
• Con independencia de los factores que pueden estar en el inicio de la depresión, buscar culpables no es la solución. Y menos echarse la culpa los familiares.

4. Sería importante evitar lo siguiente:

• Pedirle explicaciones de lo que le ocurre, de lo que le pasa. Es frecuente que la persona con depresión no sepa exactamente lo que le ocurre, ni por qué está así, ni como ha sucedido.
• Presionarle y exigirle cambios. Lo único que se conseguirá es hacerla sentir peor pues se sentirá culpable de no poder conseguirlo.
• Sobreproteger, mostrar lástima. Más bien hay que mostrar una actitud de apoyo y ayuda en lo que necesite.
• Dar un exceso de consejos que no ayudan pero sí presionan: no pienses, no le des importancia a las cosas, no te lo tomes así, sé más fuerte, esfuérzate, estás tirando tu vida, ¿no te das cuenta de que te perjudicas?, no tienes razones para estar así, tienes que poner algo de tu parte, etc.
• Enfadarse con la persona. Muchos familiares piensan que regañándole, “poniéndole las cosas claras”… cambiará. No es una actitud o capricho. Es un problema que requiere tratamiento. La persona necesita unas pautas a seguir. El enfadarse no es efectivo.

5. Consejos sobre como actuar:

• Como se ha dicho más arriba, intentar que reciba tratamiento y colaborar con el terapeuta si fuera necesario siguiendo sus consejos
• Escuchar y ser atento. Dejar que la persona nos hable cuando así lo desea.
• Ser un apoyo. Darle nuestro afecto y hacérselo saber. Muchas veces, la persona con depresión piensa que es un estorbo, que crea problemas, que no se la quiere… Hay que mostrarle afecto.
• Adaptarse a los cambios en la relación y en el comportamiento que pueda haber en la persona con depresión. Puede que la persona cambie algunos comportamientos; sería importante asumirlos como posibles aunque no nos gusten.
• Intentar, con precaución, hacer actividades conjuntas. Proponerlas de vez en cuando (ver una película, salir a pasear, mirar alguna tienda, hablar sobre un tema intrascendente…). Si la persona se muestra muy reacia o excesivamente presionada no se llevan a cabo.
• Prestarle más atención cuando no hable de sus quejas. Cambiar el tema o no prestarle tanta atención cuando hable de sus temores o quejas pero con amabilidad: ¡venga, vamos a cambiar de tema, que nos entristecemos!
• Aceptar, entender y apoyar en lo que necesite que sea adecuado y no perjudicial para la persona.
• Supervisar y vigilar el riesgo de suicidio. Erróneamente se piensa que: no está tan mal para hacerlo; alguien que avisa no lo hará; ya está mejor, ahora es menos probable… Todos estas creencias son falsas: existe un riesgo 25 veces mayor de riesgo suicidio que en la población general; quien avisa acaba haciéndolo; y cuando hay mejoría aumenta el riesgo ya que la persona dispone de más capacidad de actuación.

Depresion familiar

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