foto

¿Por qué nos vemos mal en las fotos?

Muchas personas al verse en las fotos (tradicionalmente en papel, ahora en la pantalla del móvil) no se perciben bien; indican que no salen como son. En las siguientes líneas vamos a exponer algunas de las razones que influyen en ello.

Lo primero que hay que tener en cuenta es la calidad y naturaleza de la foto. Tanto si se hace con cámara como con móvil, depende de las propiedades del aparato, de la destreza de quien las la ha realizado, la cercanía, el ángulo, la luz, la perspectiva, etc. Son muchos factores que contribuyen a que no nos veamos como creemos ser en la realidad. Y la cantidad de variables que influyen en el resultado final de una fotografía puede hacer que se altere de forma objetiva nuestro físico.

Pero existen otras dos razones más importantes. Y estás dos razones están relacionadas con el origen de donde proviene la imagen que cada persona tiene de sí misma.

En primer lugar, como es obvio, una persona no se puede ver a sí misma salvo que se refleje en algún lugar. Y esa es una de las dos procedencias de la imagen que tenemos de nosotros: nos solemos reflejar en los espejos. A lo largo del día, son numerosas veces las que contemplamos nuestra imagen (normalmente, nuestro rostro) reflejado en alguno de los múltiples espejos de nuestro entorno: en el espejo del baño, en la entrada de casa, en un escaparate, en una tienda, a la hora de probarse ropa o unas gafas, en el espejo del coche, en las propias gafas de sol, maquillándose, afeitándose, quitándose una pestaña del ojo, etc.
En todas esas circunstancias vemos nuestro reflejo, pero no como otra persona nos podría ver. Nuestro reflejo nos muestra el lado derecho de nuestra cara a la derecha, y nuestro lado izquierdo a la izquierda. Desde la infancia nos vamos acostumbrando a esa imagen de nosotros y nosotras. Sin embargo, una fotografía no es nuestro reflejo. Cuando vemos una foto nuestra, nuestro lado derecho aparece a la izquierda y nuestro lado izquierdo aparece en la derecha. Totalmente invertido a como lo vemos en el espejo. Y como nuestros rasgos no son simétricos percibimos la diferencia; nos resulta extraño. No parece la cara de siempre que estamos acostumbrados/as a ver en el espejo. Sin embargo, puede que la de la foto sí sea nuestra expresión real, la que las demás personas perciben habitualmente.
Para muchas personas esa razón es la que explica que se vean, a veces, algo diferentes en las fotografías. Sin embargo, para otras personas, existe otra razón más importante. Para ello habría que describir la segunda procedencia de nuestra imagen. Y esta radica en nuestra autoestima o autoimagen. La imagen que vamos desarrollando de nosotros/as mismos/as y que va quedando progresivamente configurada no solo proviene de los reflejos de los espejos sino de toda la información sobre nosotros/as que nos va llegando desde que nacemos.
Habilidades y conocimientos como caminar, hablar, leer y escribir, montar en bicicleta, vestirse sin ayuda, coger correctamente la cuchara, patinar, jugar al ajedrez, diseñar una página web, empastar una muela o construir un edificio, entre millones de ejemplos que se podrían citar, no son innatas. Las hemos aprendido a partir de la observación y experiencia en relación con otras personas. Y así, a través de los mensajes de nuestro entorno, es como también vamos creando el concepto de nosotros/as mismos/as. Por ejemplo:

  • De los mensajes que nos lanzan las personas cercanas de nuestro entorno sobre nuestro físico. Una niña de 5 años a la que repetidamente todos sus seres queridos le indican lo guapa que es, construirá una imagen de sí muy diferente a la de otra chica de la misma edad a quien nadie le hace una referencia positiva sobre su físico o, peor aún, le hagan comentarios negativos (que enana, que gordita, que dientes más grandes, etc.).
  • De los mensajes sobre nuestras habilidades, nuestra forma de ser, inteligencia y nuestro talento. Si no se nos valora positivamente, o se nos critica y recrimina, acabará afectándose nuestro concepto de nosotros y, de ahí, acabará también deteriorándose nuestra imagen.
  • Las experiencias negativas que hayamos tenido durante nuestra vida (un problema de salud que afecte a nuestro físico, ser víctimas de acoso escolar, de burlas de otros niños, malos tratos, accidentes, etc.).
  • Finalmente, los medios de comunicación, las exigencias de la sociedad en la que vivimos que impone unos cánones de belleza, de edad, de estilo, etc., que legitima quien es guapo y guapa y quien no. Desde la infancia nos estamos y nos están comparando.

A partir de la adolescencia ya tenemos una imagen arraigada sobre el propio físico que valoramos muy positivamente o muy negativamente y que no necesariamente se ajusta a la realidad. Pensad en las personas que tienen anorexia: se perciben con exceso de kilos cuando la realidad es que están excesiva y peligrosamente delgadas. Pues bien, algunas de las personas que suelen tener una imagen de sí negativa se vuelven perfeccionistas de sus rasgos y su físico. Por ejemplo, una persona perfeccionista de la limpieza, tras lavar el suelo se fijará si todo está limpio y, para su desgracia, si ve un pelo en el suelo, en vez de analizarlo como algo puntual y normal (ya que no es posible que todo esté completamente limpio) pensará que no ha limpiado correctamente y que ¡todo está sucio! De igual forma, una persona con una percepción negativa de su imagen se fijará minuciosamente cuando se mira en el espejo y revisará todos los aspectos negativos que no le gusta pero no recaerá en los positivos, porque no los verá o los minimizará. Y cualquier arruga en el pantalón, pelo inadecuado sobre la frente, pequeño grano casi difuso en un lado del cuello, etc., serán valorados como: ¡que mal, que fea! Por lo tanto, cuando esta persona se vea en la foto, rápidamente hará lo que suele hacer, buscará los defectos y, al igual que con la limpieza del suelo, no existe la perfección. Es decir, encontrará los defectos y más reforzarán la idea de que no sale bien en la fotografía. Pero, realmente, ¿alguna vez se habrá visto bien en alguna foto? En síntesis, a veces las personas somos muy exigentes con nuestra imagen y buscamos con más facilidad las imperfecciones, y aprendemos a descubrirlas con rapidez y a magnificarlas.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


*